7. Els déus: L'Epopeia de Gilgamesh (1)
«Mundos hay aparte de éste, Urshunabu, más allá del dominio de los dioses y de las gentes. Son todos mundos de hechicería, llenos de magia, horrores y miserias, lo reconozco, pero quizás en ellos resplandezca aún un poco de alegría para mí. Quizás, más allá del horizonte, siga existiendo todavía algún lugar que contenga el secreto de la vida eterna, mi salvación en la inmortalidad. Donde el cardo, y sus pétalos de rosa, sigan brillando a la luz del mediodía [...]”
«Tras la muerte de Khumbaba, Gilgamesh repasa sus armas y se viste con sus mejores atavíos reales. La diosa Ishtar queda atraída por la belleza y la prestancia del rey de Uruk, enamorándose y deseándolo como amante. La diosa le enumera las ventajas que obtendría Gilgamesh de su unión con ella. Pero el héroe la desdeña y le recuerda el crudo destino que había deparado a sus muchos amantes anteriores. […] Encolerizada, la diosa Ishtar alcanza de su padre Anu la creación del Toro Celeste para que dé muerte al rey de Uruk por su negativa. Centenares de hombres son derrotados por la terrible fiera. […] Sólo Enkidu, asiéndole por los cuernos, logrará dominarlo y darle muerte. Ishtar desde la muralla de la ciudad lamenta el fin del Toro Celeste y maldice a Gilgamesh. Enkidu, en terrible osadía, lanza una porción de carne del toro abatido al rostro de la diosa, al tiempo que la insulta.»
«[Y] Enkidu respondió a Gilgamesh: «[O]ye el sueño que tuve anoche: An, Enlil, Ea y el celestial Shamash [Celebraban consejo]. Y An dijo a Enlil: 'Porque el Toro del Cielo mataron, y a Huwawa Mataron; por consiguiente', dijo An, 'uno de ellos, Aquel que taló los montes del cedro, [Debe morir]'. Pero Enlil dijo: (10) '¡Enkidu debe morir; Pero Gilgamesh no morirá!' Entonces el celeste Shamash respondiá al bravo Enlil: '¿No mataron por orden mía al Toro del Cielo y a Huwawa? ¿Debe ahora el inocente Enkidu perecer?' […] Enkidu cayó (enfermo) ante Gilgamesh.»